El porno, la ley y los pezones

María José Ramírez
5 min readFeb 23, 2018

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Una vez mi hermano me contó que en su pubertad, sus amigos y él codiciaron e hicieron circular un póster de una chica desnuda. Recuerdo un montón de escenas en las que un niño de bigotillos incipientes atesora la imagen de una mujer sin calzones.

Escribo y cada palabra me cuesta tanto como imaginar un mundo en el que dos chicas a las que recién les bajó la regla codicien la foto de un hombre desnudo, fantaseando cada una con los placeres infinitos a los que invita su cuerpo y las partes que lo componen.

Un día asistí a una pasarela convocada en la sexshop Priscila, ubicada en la Plaza Olimpia, sobre 16 de septiembre (al ladito del Savoy). El motivo de la pasarela era invitar a la Expo Sexo y Erotismo, era el verano del 2015. Para la ocasión, la empresa SEXMEX vistió con lencería de la tienda a cinco actrices porno y a un actor porno-dejaratráslascuotasdegénero. Y nada me pareció una sorpresa. La tienda era muy poco glamorosa, con esa elegancia tan poco elegante de las sex-shops con tanguitas de elefante. Los que formábamos parte de la prensa éramos un 99.9% lugar común. Casi me sentí en taberna de película, pues había un señor sudoroso y chimuelo, un enano y una jauría de hombres gritando guarradas y celebrándose su bien poco esmerado ingenio para referirse a su jariosidad. Les faltaban los tarros de cerveza y las prostitutas en el regazo. No voy a negar que me hicieron reír un par de veces, como cuando alguien gritó ante el prominente trasero de una de las actrices: “Uuuuy, esa es de alto pedorraje”, o cuando otro, al ver al único actor vestido de enfermero dijo: “Nooo, es que a ellas ya las inyectaron en la mañana”. Las chicas eran lo que mis poco especialistas ojos ya han visto antes en el teibol, la peli porno y la revista para hombres que venden junto a los periódicos (y las revistas de cocina, los álbumes de estampas y la revista de punto de cruz que compraba mi abuelita): sabrosas y pizpiretas. Salvo por una chica llamada Esmeralda, bajita y de pechos y nalgas pequeños, todas las demás eran voluptuosas, algunas claramente operadas, otras, tal vez muy bien operadas o simplemente, bendecidas por la naturaleza. Ninguna poseía la belleza de una top model, pero todas se sabían mover como objetos del deseo. A unas les gritaban más y a otras menos. Luego me sorprendí de encontrar que una de ellas, Cristal Caraballo, quien me dio la impresión de ser tímida e insegura en ese momento, parecía muy extrovertida y segura en su página oficial de Facebook (esas redes sociales tan engañosas).

Desde que puse un pie afuera del metro, lo que más me interesó de la misión fue el contexto del evento. Primero, la Plaza Olimpia, los locales que preceden a la tienda Priscila, la gente que estaba preparando la mercancía en los estantes o que se dedicaba a pasar la escoba por el pasillo. Una niñita de unos tres años trapeaba con entusiasmo a unos pasos de la escalera que conduce a la sex-shop. Mientras esperábamos que comenzara la pasarela, me daba curiosidad la disposición de las sillas, del “escenario”, con su “alfombra roja” (un tapete viejo y no muy largo), la apariencia de los hombres, algunos con el chalequito delator de los camarógrafos, otros con pinta de políticos de bajo rango y otros más difíciles de leer. Me imaginaba cómo se vería esa masa de ojos expectantes y en medio yo con mi flequito y camisa abotonada hasta el cuello. Después, cuando todo comenzó, ya no hubo sorpresas, se celebraron las carnes femeninas con eufóricos halagos (muchos aplausos y piropos sudados), y al salir el actor porno, el único hombre musculoso del local, se bajaron las cámaras y se dejaron de escuchar las demandas: “¡Aquí!”, “¡Del lado!”, “¡Más coqueta!”, “¡De espaldas!”, “¡Otra vez aquí!”. Hubo un par de chistes entre los colegas reporteros acusadores de homofobia, el clásico: “¡Seguro tu vieja no sabe que estás aquí!”, y tal. La Priscila se convirtió en un teibol sin Bacacho ni privados.

Para culminar con la no-sorpresa, la chicas tenían los pezones cubiertos con una especie de tela blanca. Alguien me dijo después que esto es para que las fotos puedan salir en la prensa, ¿pero que no habíamos quedado en que las revistas porno se venden junto a los Panini, los Magicuentos y la revista de Chepina Peralta? Ese detalle me recordó por qué no se puede amamantar en público: porque nuestros pezones son de uso exclusivo de los hombres que consumen pornografía, pero que no sepa tu vieja y mejor tápense sus círculos diabólicos de placer, ¡ay, la humanidad!

Todo lo que envuelve la Expo Sexo y Erotismo es el lugar común de la industria pornográfica, ergo de la educación sexual de muchos mexicanos: las mujeres al servicio de los hombres. En 2013, el mismo evento fue cancelado porque, al parecer, la ley vincula los espectáculos de exhibicionismo sexual remunerado con la trata de personas.(1) La manera en la que el gobierno de la Ciudad maneja el problema de la trata y la falta de regularización de los empleos que se derivan de la industria sexual, hacen que en México haya una delgadísima línea entre lo que es legal y lo que no. Y sí, mientras, personajes como Cuauhtémoc Gutiérrez y Los Porkys, cuyos crímenes han sido probados, siguen impunes. La doble moral de la ley y los pezones.

El tema es delicado, y sin el afán de herir la susceptibilidad de algunos amables voyeristas, me pregunto cómo será la vida de esas chicas a las que según Fernando Deira, director de SEXMEX, encuentra levantando pepinos en el súper.(2) Más allá de gozar provocando el gozo ajeno, de ser las reinas de un tapete rojo en un recoveco del Centro Histórico, de disfrutar con shows como Expo Sexo y Erotismo en donde miles vitorearán esos culos de “alto pedorraje”, o de ser las orgullosas protagonistas de éxitos como “Secretaria”, “Mamada” o “Tetas Hipnóticas”, me preguntaba cómo sería para ellas, en este mundo tan misógino y con tanto humanoide tan malito de sus sentimientos, caminar con tacones de aguja por ese filito por el que camina cualquier mujer que expresa su sexualidad libremente, cualquier mujer que seguramente, siendo una puberta con la hormona en flor, jamás tuvo en sus manos el póster de un hombre sin calzones.

1. http://www.mvsnoticias.com/#!/noticias/cancelan-en-definitivo-la-expo-sexo-en-el-df-temen-empresarios-que-pgjdf-los-lleve-a-prision-367.html

2. http://www.milenio.com/blogs/qrr/Fernando_Deira-rey_del_porno_7_339036095.html

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